Esteban Jáquez Hernández
Hace ya mucho tiempo, en un país muy parecido al nuestro,
con una libertad de mentira como la nuestra,
con una democracia adulterada como la nuestra.
En ese lugar, un revolucionario se puso de pie ante su pueblo
y entonó estas palabras:
No necesito más armas de fuego
que el fuego que arde en mi corazón
para apuntar con el cañón de la razón
y decir con el machete de mi lengua, que:
para tener una patria verdadera,
hace falta una urgente revolución.
Una revolución de ideas y de formas de pensar,
una revolución de filosofías y de formas de accionar;
donde los misiles vayan matando la ignorancia,
donde los soldados vayan decapitando a los ladrones encorbatados
y ametrallando a quienes les hemos permitido
que con alta sublimidad
se nombren nuestros representantes.
Como el capitán cuando entona en la guerra
cuando el fuego entra en la sangre al momento de la acción,
de esa forma el pueblo ha de gritar,
“quienes deben morir en esta revolución’’.
Deben morir las corbatas relucientes
de los sabios y astutos magos
que con su varita mágica aparecen cada 4 años
para prometernos hasta la gloria de Dios en el cielo
y al final nos dan el infierno del Diablo en la tierra.
“Esos deben morir’’.
Deben morir las corbatas relucientes
de nuestros alegóricos representantes,
que saben representarnos con tanta inteligencia,
que hasta nuestros bolsillos están en sus pantalones
guardando nuestros recursos en los bancos de Suiza
porque en nuestras miserables chozas
puede ser que se nos mojen y se diluyan.
Deben morir las corbatas relucientes
de los buitres que crecieron comiendo nuestros huesos,
aquéllos que desde sus oficinas lujosas
despiden sin respuestas o con falsas esperanzas
a los perrillos que ladraron a su favor.
A estos propietarios hacendados,
a los dueños de la gran finca que es la República Dominicana
los mataremos en el momento que estemos ausentes,
cuando llamen para contar sus vacas.
Si la democracia es la forma de decir
que aceptamos a los mismos buitres,
dejando truncadas todas nuestras esperanzas,
es mejor morir sin democracia.
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EI autor es el Secretario de Organización de la Red de Clubes Juveniles (R.C.J)